viernes, 27 de noviembre de 2015

La estación.

Y esperé. Esperé durante horas en aquella fría estación. Sintiendo como la humedad, la tristeza y la nostalgia me calaban hasta los huesos. Miraba los trenes pasar. Y a la gente. Transeúntes en aquello a lo que llamamos vida. Y entre ellos buscaba tu rostro tan conocido.

Pasaban los trenes y las horas, y también mis ganas de verte. Y cada vez sentía más frío, y más inseguridad. Cada vez dudaba más que regresaras. Y cada vez veía más claras las mentiras. Como si fueran luces de neón anunciando la traición y el engaño.

La gente me miraba con lástima y me sonreían como si quisieran darme ánimos. ¿Ánimos para que? ¿Para seguir esperando o para coger mis cosas y no volver a esperarte nunca más?

No supe adivinarlo. O igual no quería.
Sonó el pitido. Llegaba el último tren y se cerraría la estación. Mi corazón ansioso miraba por las ventanas pasando a gran velocidad, buscando algun rasgo familiar.

El tren disminuía la velocidad. Y asi mismo disminuían mis dudas y mi temor y cada vez sentía más cerca tu regreso.

El tren paró y con él mi corazón y mi respiración. La gente empezó a bajar con rapidez y entonces... me desperté.

Y por fin supe lo que tenía que hacer.

jueves, 12 de noviembre de 2015

La receta.

Creo que me dieron mal la receta.
Durante años intenté asimilar y aprender a cocinar una buena relación y prometo que hasta ahora todavía no la he conseguido. Creo que la gente se guarda el ingrediente secreto, y por eso fallo. O puede que igual sea que simplemente no hago caso a la que me dieron.
Puede que me pase con las cantidades. Echar los ingredientes a ojo nunca se me ha dado bien. Siempre se me va la mano echando seguridad, y a veces reconozco haberme quedado corta con la paciencia.
Y otras veces me confundí y en vez de echar cariño, eché celos, y como dijo una escritora, a la larga amargaron mi mezcla y me dejaron mal sabor de boca.
En ocasiones metí muy pronto la mezcla al horno, sin esperar a que reposara antes. Y otras subí tanto la temperatura que se quemó.
Maldigo mi corazón por tener tanta levadura de ilusiones, que lo inchan y lo inchan, pero luego se desinfla con las decepciones, como un mal soufflé.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Frío

Esta noche hace frío. En esta vida hace frío sin ti. Desaría que estuvieras aqui. Me duele el cuerpo y me tiemblan las manos y las rodillas. Creo que es por tu ausencia.
Tengo fiebre de ti, y además tú eres el antídoto.
Veneno y cura en el mismo frasco.
¿Elixir de besos? Una dosis diaria me recetó el médico.
Metáforas sin sentido que hablan de ti. Y es que en el fondo yo no tengo sentido sin ti. Ni yo ni nada.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Guárdame el secreto.

Y qué habrá pasado, para que ahora, después de tanto tiempo, vuelva a encontrarme aquí. Otra vez. En el mismo punto. Para que tras tan tiempo haya vuelto a este teclado, inhundada de lagrimas y con antojo de ti. De ti o de nosotros. O puede que solo sea que echo de menos el ayer. Un ayer que compartíamos. O a lo mejor extraño el pensar en el mañana que podríamos compartir, pero que sé que no vendrá. No vendrá porque ya no hay casa a la que volver. Ese amor ya no tiene un corazón al que volver. Las ruinas de mi corazón ya no aceptan inquilinos. O igual si. O quizás está esperando a que alguien ponga en orden todas las paredes caidas, y que vuelva a cimentarlo con aquello que llamaban confianza, respeto y verdad.
¿Y cómo he vuelto aquí? Dicen que todos los caminos llevan a Roma, pero a lo mejor todos llevan a nuestras ruinas, que se escriben como Roma pero al revés. O puede que sea yo la que estoy al revés. O puede que simplemente quiera algo que no me atrevo a decir en voz alta. Algo cuyos testigos solo serán este teclado, la pantalla del ordenador y la persona que lea esto. Guárdame el secreto.

《Quizás, solo quiera estar contigo.》